EL RUMOR DEL VIENTO El lenguaje en el Canto del príncipe Ígor
Павла Анатольевича Клубкова я впервые увидела и услышала на защите дипломов. И уже первая произнесенная им фраза меня восхитила (я до сих пор ею "пользуюсь" в качестве паремии): "к дипломному сочинению можно относиться как к квалификационной работе и как к научному исследованию; как квалификационная данная работа близка к идеалу…".
Мне очень жаль, что я не смогла у него учиться, будучи студенткой (Павел Анатольевич в тот момент не работал на кафедре), но зато, уже будучи начинающим преподавателем, я ходила к нему на лекции по сравнительной грамматике славянских языков, и эти лекции в числе очень немногих конспектов я привезла с собой в Барселону.
Во всех ипостасях научно-педагогического творчества Павел Анатольевич, говоря его же словами, "близок к идеалу", но мне он всегда казался особенно блистательным в роли рецензента и оппонента.
Дорогой Павел Анатольевич, я не знала, что я могла бы Вам "подарить" из написанного мной, что было бы достойно Вас. "Подарок" ведь этот должен был быть небольшой по объему и по возможности изящный…
И тогда мне пришла мысль просто послать Вам испано-каталонский привет. Надеюсь, он Вам понравится или, хотя бы, покажется забавным. Это текст написанного мной послесловия к новому переводу на испанский язык "Слова о полку Игореве" (текст, рассчитанный на людей ничего не знающих о древнерусской литературе, однако предполагающий, что читатель уже прочел "вступление", написанное автором перевода Рикардом Сан Висенте, который, кстати, посылая книгу в подарок одному из коллег, написал ему: "это, конечно, испанская шутка").
Так и Вы отнеситесь, пожалуйста, к этому тексту как к доброй шутке и сердечному привету, преисполненному самых теплых чувств, и… - per molts anys!
En la historia de la literatura antigua rusa no son raros los casos en que un texto nos haya llegado en un reducido número de documentos; sobre todo esto se refiere a los textos llamados propiamente literarios o de carácter profano. Muchos manuscritos (incluso códices enteros) han desaparecido a lo largo de los siglos debido a los incendios y, en particular, durante las numerosas guerras que han asolado el país. Además del Slovo, no se ha descubierto más que en un único ejemplar, por ejemplo, un texto tal relevante del período más antiguo como el Testamento de Vladímir Monómaco, documento que, por cierto, también se ha conservado dentro de las Crónicas. En dos ejemplares, pero en ambos casos ya de manera incompleta, se ha conservado un monumento de la literatura antigua rusa, cercano por su género y por su espíritu al Slovo, como el «Slovo o poguíbeli russkoi zemlí », “Canto de la muerte de la tierra rusa”.
Cuando nos encontramos ante un texto sólo conocido por un sólo manuscrito y además en una copia bastante tardía (cuatro siglos posterior a la supuesta fecha en que se escribió el original), la labor del textólogo – es decir de la persona que reconstruye la historia de este texto antiguo – se torna especialmente compleja. Cuando disponemos de numerosos o siquiera de varios manuscritos, al poderlos comparar, es posible reconstruir con más o menos rigor la historia del texto. Cuando no hay con qué comparar, todo se convierte en objeto de suposiciones y conjeturas, hecho que abre un campo abonado para todo género de posibles discusiones y disparidad de opiniones.
Para mayor dificultad en lo que se refiere al Slovo, resulta que no disponemos ni siquiera de este único manuscrito. Сomo ya se ha señalado, éste fue pasto de las llamas durante el incendio de Moscú en 1812. Con lo único que contamos es con su primera edición y una copia realizada para la emperatriz Catalina II. Pero estas fuentes suscitan y siguen suscitando dudas entre los investigadores; no son del todo fiables por cuanto han surgido en los albores de la eslavística (la edición del Slovo fue de hecho una de las primeras publicaciones de textos rusos antiguos), cuando no se había adquirido la suficiente experiencia en la lectura y en el descifrado de los manuscritos, por esta razón ante toda referencia a estas fuentes siempre se da la posibilidad de que los primeros editores hubieran leído el texto de manera incorrecta (o no del todo correcta), de este modo sobre los posibles errores del propio manuscrito se han sobrepuesto, probablemente, también los errores de la primera edición. Señalemos además que ante esta situación los estudiosos pueden caer fácilmente en dos “extremos” por lo que se refiere a la primera edición del Slovo: o bien mostrarse demasiado confiados, sin someter casi nada a la duda, o bien, al contrario, enmendarlo casi todo.
En lo que se refiere a la autenticidad del Slovo han existido y se expresan hasta hoy algunas dudas, pues carecemos de las pruebas materiales para disiparlas. Sin embargo poseemos toda una serie de pruebas indirectas en favor de la autenticidad de esta obra.
En diversos textos antiguos rusos (incluidos los de origen bastante antiguo) aparecen citas del Slovo, incluido el mencionado Apóstol de 1307, la Vida de Alexandr Nevski (s. XIII), la Plegaria de Daniil el eremita (ss. XII-XIII) y otros más.
Otra de las pruebas de la autenticidad del texto es su dificultad intrínseca, la presencia de un número considerable de los así llamados “lugares oscuros”, es decir de fragmentos de difícil comprensión e interpretación (tal vez tergiversados en el proceso de transcripción del texto a lo largo de los siglos, además de los posibles errores de la primera edición). Esta complejidad es propia de los textos antiguos eslavos, casi en cada de los cuales se dan los “lugares oscuros” (que varían de un texto a otro, por lo general, en función de la calidad del manuscrito que ha llegado a nosotros: de uno a dos hasta un gran número). Como dijo uno de los investigadores: “ninguna falsificación no podía haber causado a los especialistas tantas dificultades, y aquí hay que batallar con cada uno de los versos para ofrecer al lector un texto comprensible1.